MARTA LORENTE ESTRENÓ SU OBRA PECADO CARNAL

Un unipersonal en el living de una casa

En un momento en que los empresarios teatrales se quejan del riesgo de sus inversiones, esta actriz, docente y cocinera decidió encarar la audaz idea de presentar su nuevo especculo en su propio hogar, con buen menú de textos y de comidas.



–¿Es ésta la direccn?

–Mmmm, sí, será acá.

Tocás el timbre en un PH entre el Abasto y Palermo. No sabés nada porque reservaste por teléfono. Abre la puerta una chica con cara de recepcionista que revisa si estás en la lista, hace una tilde e invita a subir la escalera de mármol. Un murmullo te dice que no sos el único. Ni bien tomaste aire, detrás de una mesita llena de botellas, un señor pann de barba ofrece vino o gaseosa. Y así, vaso en mano, pasás al living y es como llegar a un cumpleaños donde no conocés a nadie.

La experiencia de Pecado carnal, el especculo de narracn oral de Marta Lorente, empieza con esa vacilacn y desconcierto, tal vez una sensacn aproximada a la víspera de un encuentro amoroso. A esa extrañeza, el visitante se entrega y se deja llevar, si acepta la consigna. Si no, mejor que huya de inmediato. Desde una silla no muy confortable que le toca a los últimos o un sillón más tentador, mirás a todos lados y esperás que algo suceda. Y de esa espera hasta el clímax trata el erotismo, el tema que convocó a los invitados/espectadores: después de Para ponerse colorado y Los eróticos, por el que fue nominada en 2005 a los premios ACE, la actriz, docente y cocinera Lorente armó un menú que le permite integrar el placer de comer con el de escuchar relatos “íntimos”.

Los textos elegidos son fragmentos que combinan a Jean Baudrillard y Roland Barthes con la periodista Cristina Wargon y la escritora (y directora) Doris Dörrie; a los novelistas Mario Vargas Llosa (Elogio de la madrastra), Alessandro Baricco (Seda) y Alicia Steimberg (Amatista) con los toques propios de Lorente, que puede incluir el Kamasutra o las definiciones del descubridor del “punto G”, el alemán Ernst Gräfenberg.

Estrenado el año pasado en el bar Finis Terra, por razones personales empezó a mirar con cariño a su living y decidió montar el especculo entre sus libros, veladores y ceniceros (porque si nadie se opone, se puede fumar). Y como le encanta cocinar, prepara unas tapas para el antes y un plato único para el después.

La mayoría del “público” está formada por parejas, más la cuota obligada de grupos de mujeres solas. En total, entran unas veinte personas distribuidas con comodidad desigual. El señor continúa llenando copas y la chica, alcanzando platitos, hasta que, con Elvis Presley de fondo, entra Lorente, que se mueve y agradece tener un cuerpo para disfrutarlo. No hay escotes ni medias red: sólo la voz potente de la narradora y sus gestos que pueden recibir y devolver en la inmediatez todos los estímulos. Entre ella y la gente no hay distancia. Lorente está ahí nomás, al lado de uno, sin luces, música ni efectos especiales.

Si bien Pecado carnal es un unipersonal que anida en la literatura y no en guiones de estilo autobiográfico, más o menos humorísticos, al modo del stand-up, comparte ese clima en el que a veces somos cómplices, otras nos alejamos del relator pero, en todo momento, estamos a merced del sube y baja de su voz.

Cuando los empresarios hablan de los riesgos que corren con sus producciones millonarias, no tienen ni idea del que se corre en “El living de Marta”: para ella, porque no tiene red, y para los espectadores, atrapados en casa ajena. Como todas las experiencias que están en el borde, no es multitarget. Es casi casi como un cuento (que puede ser erótico o fantástico o absurdo, según quien lo mire) al que sos invitado a formar parte.

Revista de La Nacn 22/04/2009

LAS 40

1 comentario:

Unknown dijo...

http://www.criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=23439